
[...]Cada vez le pesaban mas la ausencia y los silencios. Silencios eternos, q eran capaces de ensombrecer los días mas luminosos con las nubes mas oscuras. Y poco a poco se iba consumiendo en ellos, marchitándose, languideciendo y perdiendo la vida en la oscuridad mientras anhelaba los infinitos días de sol. Aquellos cálidos y llenos de alegría que compartió con él entre cómplices sonrisas y miradas furtivas.[...]
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